miércoles, 11 de abril de 2012

Blanco y Negro

Estoy más blanca que el fantasma de Iniesta. Esto de no ir a la playa durante 9 meses al año le deja a una un pálido color del que es difícil desprenderse antes de julio. Aunque, bueno, por lo que me han dicho, por el norte no es que haya hecho un calor de mil demonios este último invierno. Vamos, que lo de islas afortunadas pasa de largo por Firgas. Aquí, en Madrid, ni los vestidos me lucen cuando va llegando abril: las piernas parecen dos palitos de chupa chups. Y de rayos UVA ni hablar, que te dejan un color naranjesco menos natural que la nueva dentadura de Sabina. ¿No se han preguntado alguna vez de dónde viene el color de la piel? ¿Por qué unos somos más morenos que otros? Y mejor aún, ¿por qué nuestra piel cambia de color con las estaciones? Hoy me gustaría hablarles de la naturaleza de la pigmentación humana.
Melanocito y queratinocitos
Muchos de ustedes ya habrán oído hablar de la famosa melanina, el más importante de los pigmentos de la piel humana (digo el más importante porque también intervienen otros pigmentos como el caroteno y las hemoglobinas). Tal como comentan varios investigadores en la obra Para comprender la antropología biológica, “Las melaninas se encuentran entre los pigmentos más extendidos, estando presentes en todos los organismos vivos incluyendo a las plantas, hongos y bacterias.” En nuestro caso, este pigmento se fabrica en unas células llamadas melanocitos que están situadas en la epidermis. Tienen forma de pulpo. Los tentáculos serían las dendritas y la cabeza sería la zona donde se alojan el núcleo y la mayoría de orgánulos celulares.
En la zona de las dendritas (es decir, de los tentáculos del pulpo) se van almacenando unos orgánulos llamados melanosomas. Estos se crean en la cabeza del pulpo, lo que viene a ser el cuerpo celular, y van madurando hasta llegar al extremo de las dendritas, donde son transferidos a unas células adyacentes llamadas queratinocitos. Y ahí se quedan, mejorando nuestro bronceado.
Diferentes pigmentaciones en el ser humano
El número de queratinocitos es igual para todos, lo que diferencia la pigmentación de unos grupos poblacionales y otros es el número de melanosomas (los orgánulos celulares encargados de la síntesis del pigmento) y la concentración de melanina de los mismos. Es decir, un aborigen australiano tiene más melanosomas en sus queratinocitos, transferidos desde los melanocitos, que usted o que yo, y seguramente más melanizados. Menudo trabalenguas que es en ocasiones la antropología biológica (que ya en sí es todo un palabro). Me encantaría saber qué chiste se inventa José Luis en esta ocasión. Porque si ya convirtió a procariotas y eucariotas en las murgas más famosas de todo el carnaval biológico, a saber con qué nos sale en esta fiesta celular.
Bueno, ¿y por qué los grupos poblacionales tienen diferencias en su pigmentación? Como ya la mayoría de ustedes sabrá, la pigmentación depende de la radiación que reciba la piel. Por eso, los habitantes del continente africano tienen una mayor pigmentación que los del continente europeo. El pigmento, en este caso, la melanina, ayuda a filtrar la gran mayoría de las radiaciones ultravioleta. De hecho, la melanina es capaz de filtrar hasta el 95% de los rayos UVA. Por ello, como los africanos se ven expuestos a una mayor radiación, necesitan más melanina dentro de sus queratinocitos para que filtre los rayos.
Los rayos tienen una función primordial: iniciar la formación de vitamina D. Esta vitamina juega un gran papel en la absorción de calcio y el fósforo en los huesos. Por tanto, el nivel de pigmentación debe estar adaptado al grado de radiación que llega a la piel. Es decir, si los rayos son los que ponen en marcha la formación de la vitamina D, y esta es muuuy importante para el organismo, debes estar al loro de que tu cantidad de melanina, que, recordemos, filtra hasta el 95% de los rayos UVA, no resulte un filtro tan grande que fastidie la formación de vitamina D. Por ello, las personas que viven en las zonas del norte tienen una pigmentación menor, ya que de esa forma permiten la llegada de la poca radiación que se da en estos lugares.
Por esta razón, algunos individuos muy pigmentados han tenido problemas para la absorción de calcio en los huesos cuando han sido trasladados a sitios con menor radiación. Entonces puede darse  raquitismo, enfermedad donde los huesos más perjudicados suelen ser los de las piernas (debido a que no pueden soportar el peso del cuerpo), lo que puede derivar en malformaciones. También pueden darse problemas en el canal de parto de las mujeres con raquitismo por falta de vitamina D.
¿Y qué pasa con la capacidad de bronceado? No todos tenemos una pigmentación fija. Véase Laura Mengíbar en invierno. Mi pigmentación cambia al pasar de una estación a otra. Esta capacidad la adquirimos cuando el sapiens pasó a vivir en lugares donde las estaciones están muy marcadas, como en Madrid. Estar en invierno con una piel oscura sería, por entonces, una mal adaptación, mientras que en verano ocurriría lo mismo con la piel clara. Por ello, la selección natural actuó a favor de los que adaptaron su nivel de pigmentación a cada estación. Y en consecuencia, amigos míos, yo paso de conguito a bolita de nieve en cuestión de meses. Disfruten de la playa ustedes que pueden. Yo tendré que esperar a verano para volver a sintetizar vitamina D mientras me pigmento al sol.

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