domingo, 13 de mayo de 2012

Tú a Boston y yo a California


¿Cómo demonios puede ser mi hermana tan distinta a mí? Esta pregunta se puede extrapolar a hermanos, padres, madres e incluso novios y novias. Sin embargo, centrémonos mejor en los hermanos. Cuando dos personas tienen un material genético tan parecido y crecen en las mismas condiciones ambientales, ¿por qué presentan diferencias en su personalidad? En esta preguntan los llamados genetistas hinchan el pecho y predican su verdad. No obstante, ¿qué ocurre en el caso de los gemelos? No conozco a dos que sean como esos de las pelis americanas, uno acabando la frase del otro. Muchos hay que se llevan como el perro y el gato. Misma boca, nariz y piel, ideas opuestas, incompatibilidad de caracteres. Otros, cierto es, pasan su vida como Zipi y Zape.
Esquema de gemelos homocigóticos


Hablamos siempre de gemelos homocigóticos, ojo. Eso ocurre cuando de un mismo óvulo fecundado salen dos embriones. En esos casos los hermanos comparten la misma carga genética. Exactamente la misma, ya que parten del mismo óvulo (que porta la mitad de la información materna) y del mismo espermatozoide (que aporta la mitad paterna correspondiente).  ¿Por qué demonios son distintos entonces? Los genetistas ahora abren los ojos y ponen la boca en extraña mueca.
Ni una cosa ni la otra, chicos. Las experiencias que nos suceden a lo largo de la vida son sumamente importantes para definirnos como personas, pero, evidentemente, lo que llevemos inserto en las células también juega un papel fundamental en nuestra personalidad. Y la verdad es que he sido muy, pero que muy exacta. Porque dentro de las células, en el núcleo celular, concretamente, encontramos los transposones. Estas secuencias de ADN, según comenta el artículo La singularidad de cada cerebro de la revista Investigación y Ciencia de este mes, “resultan especialmente activas durante el desarrollo del cerebro, hacen copias de sí mismos que después se insertan en otros lugares del genoma.” Al llevar a cabo este cambio de lugar dentro del material genético, activan los genes adyacentes (es decir, los nuevos vecinos) que, a su vez, pueden modificar el funcionamiento de algunas células. Como señalan Fred H. Gage y Alysson R. Muotri, los autores del artículo, “en última instancia, esos cambios dan lugar a diferencias en la función cerebral entre personas, incluso entre gemelos idénticos.”
Yo no sé ustedes, pero yo eso ya lo tenía claro desde hace años. A las protagonistas de Tú a Boston y yo a California se las diferenciaba perfectamente. Una era estúpida. La otra solo tonta.

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