Llega la primavera y la sangre altera. Aquí, en
Madrid, de alterados nada. Estas lluvias y este maldito frío en pleno mayo no
recuerdan ni a flores ni a vestiditos por encima de la rodilla. Mientras
escribo estas líneas, llevo botas, camisa de manga larga y una chaqueta de la
que en invierno hice buen uso. Y ahora, en mayo, también. Tanta sequía de las
que nos quejábamos y mira. ¿No quieres sopa? Pues toma dos cazos. El
obligatorio catarro es lo de menos. Lo de más es el sol, que brilla por su
ausencia. Como no mejore el tiempo de aquí a una semana me mudo al desierto de
Gobi.
A todo esto… ¿Por qué necesitamos que aparezca ya el
Sol cuando en otoño nos moríamos por un soplo de aire fresco? El archiconocido
reloj biológico se encarga de ello. Como comenta la revista on-line Muy Interesante (http://www.muyinteresante.es/la-primavera-altera-el-reloj-biologico),
cuando llega la estación de las flores nos sentimos más optimistas y enérgicos.
Un equipo de investigación de Reino Unido ha descubierto una serie de genes que
determinan nuestro tic-tac interno: el EYA3 y el TAC1, que se activan en los
meses en los que los días son más largos. Estos genes tienen consecuencias en
nuestro estado de ánimo por la concentración de algunas hormonas. Eso lo saben
muuuuuuy bien los firguenses. ¿Cuántas veces no ha deseado mandar la panza de
burro a hacer gárgaras a Londres o a Moscú? Llega un momento en el que
necesitamos que esas hormonas fluyan de una vez por el cuerpo, que ya está bien
de tanto cielo gris.
Estos mecanismos de alegría primaveral son comunes a
mamíferos y aves, lo que da a entender una estrecha relación entre ambos. Por
tanto, estos procesos han sobrevivido, como mínimo, 300 millones de años,
premiados en cada generación por la caprichosa selección natural.
Pasemos a las compañeras voladoras que ya nombramos:
las aves. ¿Por qué los pájaros cantan más en primavera? Según un estudio de la
Universidad de Oxford, la responsable es una molécula sensible a la luz situada
en el hipotálamo de los pajarillos. Cuando dicha molécula se activa por la
incidencia de más luz ambiental, el logotipo twittero sabe que ya es hora de
buscar pareja, por lo que inicia el rito amoroso de los cantares. Comienzan a
ligar en la estación multicolor para garantizar una mayor cantidad de alimento
cuando nazcan las crías. Lo mismo les ocurre a las ovejas, pero en otoño. En
ese momento los machos aumentan el número de espermatozoides y las hembras se
vuelven más fértiles. ¿Por qué en otoño? Para parir en primavera.
Y si los pájaros saben cuándo se tienen que ir de
ligoteo, ¿cómo saben las flores cuándo deben salir para deleite humano? Por un
mecanismo de memoria. Como lo oyen, memoria vegetal, por lo visto. Las células
de la planta “saben” que han pasado un período invernal porque el gen LFC se ha
dedicado a impedir el crecimiento de las flores. Cuando este gen es silenciado,
que coincide con la llegada de la primavera, las flores vuelven a cubrir el
campo. Es de suma importancia que el gen LFC no se equivoque, ya que un fallo de
calendario puede resultar catastrófico para el proceso de polinización.
Dejando sensación de alegría, flores y pajarillos a
un lado (ya que, si no, esto corre peligro de parecerse al cuento de
Blancanieves), vayamos a lo que sieeempre pensamos que trae la primavera:
sangre alterada, sexo por doquier. Pues algo tiene de cierto, sí señor. Cuando
aumentan las horas de Sol, nos vemos más expuestos a sus rayos y, en
consecuencia, tenemos mayor concentración de vitamina D. Según un estudio de la
Universidad Médica de Graz (en Austria), los hombres que presentaban mayores
niveles de esta vitamina en la sangre contenían también mayores niveles de
testosterona, lo que deriva en un incremento de la líbido. Pues sí, al final la
primavera la sangre altera de verdad de la buena. Prometo buscar algún estudio
sobre las consecuencias sexuales en las féminas en el cambio de estación.
Aunque…bueno, esto son elucubraciones mías, pero… me parecería absurdo que los
hombres se pusieran como locos en primavera y las mujeres respondieran con
apatía. Además, ambos sexos sintetizamos vitamina D con la exposición al Sol,
así que… fiesta primaveral…
Después de hablar de todo este rollito de sol y
hormonas, tengo los ánimos más bajos que cuando empecé a escribir. Mis pies
piden sandalias, mis brazos piden mangas cortas… Pero, hasta ahora, Madrid se
niega a espantar las nubes del cielo. Quizá solo faltan unos días para que
salga el sol… y espero que me pille reivindicando mis derechos en la plaza.
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